Camino hacia la Cima, Volcán de Pacaya, Guatemala

Las líneas que a continuación voy a escribir llevan un recuerdo muy bello, con pequeñas dosis de melancolía, alegría, sacrificio, amistad, cansancio, renuncia, satisfacción; incluso pequeñas gotas de rabia y enojo, pequeñas gotas de desesperación, y una suave y deleitante brisa llamada “autorrealización”.


Hace alrededor de cinco años, en mi primer empleo formal, mi jefe decidió realizar una actividad en equipo pero, que a la vez nos ayudaría a mejorar nuestras vidas como personas, la idea que al inicio parecía a mis oídos algo alocada fue la de subir un volcán de mi país llamado Pacaya, este volcán se mantiene activo siempre, lo que para mí y para el resto del equipo significaba algo arriesgado pero desafiante. Nos dirigimos hacia el lugar e iniciamos la caminata que por cierto debo agregar el inicio era una cuesta arriba con asfalto ¿pueden imaginar lo cansado que es esto? Pues aquí inicia la mejor experiencia hasta el momento de mi vida, aclaro que en el transcurso de mi experiencia y de este relato hay momentos en los que de plano demuestro todo lo contrario a estar encantada y fascinada con esta aventura, y es que es exactamente el momento en el que inicié con mis compañeros a subir la primera cuesta asfaltada, me precipité mucho y quise ir hasta adelante al ritmo de quienes ya tenían la basta experiencia y el suficiente entrenamiento para hacerlo, pues si algunos saben de salud o de cualquier cosa similar, podrán comprender que para mí, que en ese entonces no tenía condición física y menos la experiencia de los otros, al querer dar todo de mí y tratar de subir de prisa, caí en un agotamiento físico (el famoso mal de montaña) el cual hizo que todos se detuvieran asustados debido a que se me bajó la presión, estuve mareada y viendo luces por unos 5 minutos aproximadamente y pues que sentía que me daba un paro cardíaco y que moría, decidí no seguir más en el camino y detenerme, estaba tan decidida que me tiré al suelo y les dije que ni cargada continuaba que era muy difícil. Mi jefe me habló y me dijo que en la vida no debemos precipitarnos, si no que debemos prepararnos para conquistar esa cima tan anhelada, me habló de que es mejor dar un paso de tras de otro, pasos lentos pero seguros, me enseñó que esos pasos son más firmes y que todo tiene su tiempo y que debemos disfrutar del o que nos rodea no solamente empezar con prisa y sin medir las consecuencias de nuestros actos.

Me convencieron y me empecé a sentir mejor, empecé a caminar más despacio y a disfrutar del viaje pero llevaba una maleta muy pesada, uff!! casi me iba de espaldas, no podía sola, así como en el camino de la vida siempre tenemos un amigo que está para darnos una mano cuando ya no aguantamos, de esa manera me ayudó a llevar mi carga, íbamos cantando, riendo, disfrutando de la naturaleza, del canto de los pájaros, nos perdimos pero no pasó a mayores, encontramos juntos el camino correcto, al terminar de subir una montaña, iniciaban las faldas del volcán y fue justamente en ese momento donde me sentí a la mitad del camino y me dí la oportunidad de ver mi camino recorrido, ví hacia atrás con tanta satisfacción puesto que el camino era difícil, recordé que faltaba la mitad para llegar solamente ví una vez hacia arriba, para visualizarme allí ya en la cima, pero cuando empezamos a subir las faldas del volcán en ningún momento vi para adelante porque sabía que si veía todo lo que me faltaba para llegar y era bastante, me desanimaría y desmayaría en el intento, lo que hice fue visualizarme allí, soñar despierta, luchar, tomarme de la mano de mi compañero de equipo, poner mis pies bien cimentados sobre la tierra, sostenerme duro, no darme por vencida y ser feliz, disfrutar de los bellos paisajes que desde las faldas del volcán ya se veían, la cima estaba cerca, me sentía nerviosa, una compañera estando como a 1 Km de llegar a la cima se cansó y se puso a llorar diciendo que jamás llegaría lo que yo hice al inicio ella lo estaba haciendo a tan solo ¡unos metros! decidimos entre todos esperarla así como lo hicimos con otros compañeros y como lo hicieron conmigo, créanme que ese momento antes de llegar a la cima fue uno de los momentos más bellos del viaje, podía observar todo lo que había recorrido, y caía una brisa como de neblina era algo celestial, dulce, era como un llamado a seguir, estuvimos treinta minutos allí, contamos chistes, platicamos, reímos, fue maravilloso, seguimos el kilómetro que nos faltaba y al llegar allí conocí esta palabra bella pero hecha una realidad en mi vida AUTOREALIZACION , la satisfacción, el cansancio, los buenos momentos que pasamos todos antes de llegar allí todo esto estaba tan bien compenetrado, estábamos contentos, lo gracioso de todo fue que nos tardamos más de cuatro horas en subir y estuvimos solamente una hora en la cima, de eso se trata la vida, de detenernos y ver que es lo más importante y al lado de quien quieres estar y quienes serán los que compartan contigo tus logros y alegrías,y pues te invito a que si tienes la oportunidad de tener una experiencia parecida a la mía no la dejes pasar e incluso no es necesario que hagas este viaje, porque sencillamente desde que te atreves a soñar estás iniciando tu viaje, el destino de tu viaje es decisión tuya eso es lo más bello de todo, somos los autores de nuestra vida. Carpe Diem.



Leslie C.